La Danza de la Pluma: Historia y Significado Cultural


La Danza de la Pluma es una expresión dancística profundamente arraigada en las tradiciones traídas por los conquistadores españoles en el siglo XVI. Estas danzas, conocidas como "danzas de moros y cristianos", evocan la dominación árabe en la Península Ibérica (711-1492), relatando historias de enfrentamientos entre bandos islámicos y cristianos, con la intervención de santos católicos para lograr la victoria.

El primer registro de estas danzas en América lo hizo Bernal Díaz del Castillo entre 1524 y 1525, pocos años después de la conquista del Imperio Azteca. Inicialmente representadas por los conquistadores, las danzas fueron enseñadas a los pueblos indígenas por los frailes dominicos, quienes las utilizaron como herramienta de evangelización. Durante el siglo XVII, los dominicos de Oaxaca, conocida entonces como Antequera, adaptaron estas danzas para representar la conquista del Imperio Azteca.

Un documento de alrededor de 30 páginas, escrito en el convento de Cuilapam de Guerrero hacia 1700, detalla un "baile-drama" utilizado con fines de adoctrinamiento, reemplazando rituales indígenas con contenido católico. Este texto, perdido durante años, fue redescubierto en la década de 1960.

Existen otras versiones posteriores de la Danza de la Pluma, como el "Cuaderno de conquista de Moctezuma y Cortés" (1919) y el "Cuaderno de Danza de la Pluma" (1963). Además, una adaptación de 1938 conmemora la Batalla de Puebla, donde se enfrentaron los ejércitos mexicano y francés.

La Danza de la Pluma también incorpora elementos de rituales funerarios zapotecos, influenciados por el dios de la fertilidad y la muerte que se veneraba en Monte Albán entre el 200 y 800 D.C. Estos rituales, adoptados posteriormente por los mixtecos, fueron integrados en sus prácticas religiosas.

Hoy en día, la Danza de la Pluma sigue siendo una tradición viva entre los zapotecos de Oaxaca, quienes ven en ella una representación simbólica de la resistencia indígena. A través de esta danza, se reinterpreta el pasado, presentando a los invasores y sus aliados como la parte derrotada, otorgando un nuevo sentido social e histórico a la contienda.

El primer registro de una danza intercultural en Oaxaca se remonta a 1566, cuando Martín Cortés Zúñiga, hijo del conquistador Hernán Cortés, patrocinó una escaramuza en Cuilapam de Guerrero, representando el conflicto entre Cortés y Moctezuma.
Contenido por: Wilber Antonio Olivera Cortés




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